castigo y realidad
porque los humanos somos tan ingenuos que aún teniendo el dolor de frente, seguimos adelante pasando por alto la forma como penetra nuestras entrañas e invade enteramente nuestro ser, no nos atrevemos a encararlo porque nos desconocemos vulnerables ...
porque siendo tan minúsculos nos sentimos todopoderosos y merecedores del mundo entero, olvidando que somos solo unos títeres sin voluntad ni decisión… porque definimos nuestros pasos en función del entorno, ignorando los sueños que vienen del corazón y, al vernos al espejo, pretendemos convencernos fehacientemente que así debe ser…
porque hacemos de los límites una diversión moldeable que se va modificando de acuerdo a los resultados que obtenemos en nuestro capricho… hemos aprendido a conformarnos con lo que se encuentra en el camino sin atrevernos a pedir lo que ha sido creado solo para nosotros…
porque siendo incondicionales, seguimos mendigando atención y carecemos de valor para defender nuestros deseos y enfrentarnos a los demás puesto que, aún cuando debiéramos de hacer de la soledad nuestra mejor aliada, está claro que le tememos incansablemente...
porque nos damos atrevidamente, queriendo hacer valer la tristeza aún sabiendo que ni la más maravillosa grandeza será capaz de compensar tanta banalidad… creemos que es parte de toda razón obviando el paso de nuestro corazón…
porque vivimos del pasado esperando encontrar en él toda respuesta, queremos ser copartícipes en la redefinición de la felicidad mientras nos negamos aquellas oportunidades que abrirán nuevas puertas… buscamos razones donde no las hay e interpretamos señales adaptadas enteramente a nuestra conveniencia…
porque no aprendemos de nuestros errores y pasamos por alto las viejas caídas, dejamos de lado toda la historia sintiéndonos héroes en la nueva faena... imaginamos la perfección y la hacemos nuestra aún conscientes que de esta manera permanecerá ajena…
porque en nuestra calidad de hombres reina el egoísmo, aturde la verdad y abruma la nobleza… porque disfrutamos ser victimizados y a la vez queremos ser alabados… porque vivimos en función de nuestra indecisión, sabiendo de antemano que la vida se nos escapa de las manos...
porque en nuestro empeño lastimamos sin consideración, descuidando el brillo que nos dio la razón… luego entendemos que nada valió y el orgullo envuelve todo alrededor…
porque algo me dice que debo recuperar mi condición mágico-fantástica...
porque siendo tan minúsculos nos sentimos todopoderosos y merecedores del mundo entero, olvidando que somos solo unos títeres sin voluntad ni decisión… porque definimos nuestros pasos en función del entorno, ignorando los sueños que vienen del corazón y, al vernos al espejo, pretendemos convencernos fehacientemente que así debe ser…
porque hacemos de los límites una diversión moldeable que se va modificando de acuerdo a los resultados que obtenemos en nuestro capricho… hemos aprendido a conformarnos con lo que se encuentra en el camino sin atrevernos a pedir lo que ha sido creado solo para nosotros…
porque siendo incondicionales, seguimos mendigando atención y carecemos de valor para defender nuestros deseos y enfrentarnos a los demás puesto que, aún cuando debiéramos de hacer de la soledad nuestra mejor aliada, está claro que le tememos incansablemente...
porque nos damos atrevidamente, queriendo hacer valer la tristeza aún sabiendo que ni la más maravillosa grandeza será capaz de compensar tanta banalidad… creemos que es parte de toda razón obviando el paso de nuestro corazón…
porque vivimos del pasado esperando encontrar en él toda respuesta, queremos ser copartícipes en la redefinición de la felicidad mientras nos negamos aquellas oportunidades que abrirán nuevas puertas… buscamos razones donde no las hay e interpretamos señales adaptadas enteramente a nuestra conveniencia…
porque no aprendemos de nuestros errores y pasamos por alto las viejas caídas, dejamos de lado toda la historia sintiéndonos héroes en la nueva faena... imaginamos la perfección y la hacemos nuestra aún conscientes que de esta manera permanecerá ajena…
porque en nuestra calidad de hombres reina el egoísmo, aturde la verdad y abruma la nobleza… porque disfrutamos ser victimizados y a la vez queremos ser alabados… porque vivimos en función de nuestra indecisión, sabiendo de antemano que la vida se nos escapa de las manos...
porque en nuestro empeño lastimamos sin consideración, descuidando el brillo que nos dio la razón… luego entendemos que nada valió y el orgullo envuelve todo alrededor…
porque algo me dice que debo recuperar mi condición mágico-fantástica...
.: y caigo desde lo alto :.
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